Europa recuerda
Walter Frankenstein
«Ayuda a los demás»
«Ayuda a los demás»
En enero de 2025, un equipo del Parlamento Europeo viajó a Estocolmo para entrevistar al superviviente del Holocausto Walter Frankenstein. A sus 100 años, Frankenstein seguía luchando con pasión por transmitir su mensaje: ayuda a las personas necesitadas.
Frankenstein, su esposa Leonie y sus dos hijos, Peter-Uri y Michael, fueron algunos de los pocos supervivientes del genocidio de los judíos en la Segunda Guerra Mundial. Sobrevivir a la guerra fue una hazaña casi milagrosa, solo posible con la ayuda, como dice Walter, de «gente buena... y mucha suerte».
Walter Frankenstein falleció el 21 de abril de 2025.
Nació en 1924 en el seno de una familia judía en Flatow, Prusia Occidental. En 1936, cuando le prohibieron asistir a la escuela pública, su tío le encontró una plaza en el orfanato Auerbach de Berlín, donde conoció a su futura esposa, Leonie.
Como la opresión nazi le impidió cumplir su sueño de convertirse en arquitecto, en 1938 Walter Frankenstein comenzó a formarse como albañil en la escuela de arquitectura y oficios de la construcción de la comunidad judía. A partir de 1941, fue obligado a realizar trabajos forzosos y recibió repetidas amenazas de deportación.
Trabajos forzosos
En 1941, los nazis cerraron la escuela de construcción judía. Walter y dos de sus profesores fueron empleados como obreros de la construcción por la comunidad judía, que estaba bajo el control de la Oficina Central de Seguridad del Reich (RSHA). La Gestapo utilizaba a los obreros de la construcción para sus propios fines. Un día, Walter recibió la orden de trabajar en las instalaciones del Judenreferat, el departamento responsable de «asuntos judíos y evacuación». «Una mancha y mañana estás en Auschwitz», amenazó el oficial de las SS a Walter mientras enlucía una de las habitaciones. Walter no sabía quién era ese hombre. Solo cuando salió de la habitación y leyó el nombre en la puerta se dio cuenta de que era Adolf Eichmann, el responsable de la deportación y el exterminio de los judíos de Europa.
Leonie y Walter querían casarse. Como Walter tenía 17 años, sus tutores firmaron los papeles. El 20 de febrero de 1942, se casaron en una ceremonia civil en Berlín, en presencia de sus familiares más cercanos.
Leonie quedó embarazada poco después de la boda. Peter-Uri nació en el Hospital Judío de Berlín el 20 de enero de 1943. Fue circuncidado en contra de los deseos de sus padres. Leonie y Walter temían que eso hiciera reconocible a su hijo como judío.
La «Fabrikaktion» y la clandestinidad
A principios de 1943, alrededor de 15 000 judíos seguían trabajando como mano de obra forzada en Berlín, entre ellos Walter y Leonie. El objetivo de los dirigentes nazis era «liberar Berlín de los judíos». Por esta razón, los trabajadores forzosos judíos que aún seguían activos iban a ser reemplazados, entre otros, por prisioneros de guerra. Debían ser detenidos en las fábricas (en alemán, Fabrik) durante la jornada laboral.
Esta «Fabrikaktion» (de fábrica y acción) comenzó el 27 de febrero de 1943. Al día siguiente, Leonie y Peter-Uri, de cinco semanas de edad, fueron recogidos de su casa en uno de los tristemente célebres camiones y llevados a un punto de reunión. En la fila que se formó allí, Leonie se quedó al frente con ocho mujeres que tenían certificados de restitución de la Gestapo. Walter también tenía uno, pero ella se lo había dejado en casa. El oficial de servicio dejó ir a las ocho mujeres. Leonie le preguntó qué debía hacer, a lo que él respondió: «No deberías hacer preguntas tan estúpidas». Leonie aprovechó la oportunidad y se fue a casa. Mientras tanto, Walter había vuelto y se había encontrado la puerta precintada. Cuando se enteró de lo que había pasado, corrió al punto de reunión, donde le dijeron que Leonie se había ido a casa. La situación de la joven familia se volvía cada vez más peligrosa.
Un día Walter fue a trabajar como de costumbre, pero ninguno de sus compañeros estaba allí. Los habían detenido la noche anterior para deportarlos. La familia Frankenstein tuvo suerte: acababan de mudarse y aún no habían cambiado oficialmente su domicilio. Mientras el funcionario entraba en el edificio para averiguar qué hacer con Walter, este aprovechó para salir corriendo y regresar rápidamente a casa. Leonie y Peter-Uri se fueron a Leipzig, a casa de la madre de Leonie, y Walter los siguió unos días más tarde.
La madre de Walter, Martha, también fue destinada a trabajos forzosos. El 1 de marzo de 1943 la capturaron en su lugar de trabajo y la deportaron a Auschwitz desde la estación de Grunewald.
Leipzig
Vivir en la ilegalidad significaba sufrir la constante amenaza contra sus vidas. A menudo tuvieron mucha suerte.
Walter no se atrevía a quedarse mucho tiempo en Leipzig. No podía vivir en el apartamento con la familia, por lo que se alojaba en el taller de un viejo carpintero de izquierdas, el señor Koch. Como joven aparentemente apto para el servicio militar, era fácil despertar sospechas y, cuando empezaron a circular los primeros rumores por el barrio, Walter regresó a Berlín.
La madre de Leonie, Beate Rosner, se había casado a mediados de la década de 1920 con su segundo marido, Theodor Kranz, un gentil e izquierdista. Se sentía bastante segura por estar casada con un «ario». Sin embargo, en agosto de 1943, una mujer que hacía cola detrás de Beate en la oficina de correos la denunció porque en su Postausweis (la tarjeta necesaria para recoger el correo) faltaba el segundo nombre «Sara», obligatorio para los judíos. Beate recibió la orden de presentarse en la comisaría, donde fue acusada de «ocultamiento de origen racial» y puesta bajo custodia. Cuando la Gestapo tomó el control, fue llevada a Auschwitz el 6 de noviembre de 1943, donde murió el 3 de enero de 1944.
Berlín
Cuando Walter regresó a Berlín, se puso en contacto con Edith Berlow, la novia de su primo Kurt Hirschfeldt. Ella no era judía y participaba activamente en un grupo de resistencia contra el régimen nazi. Estaba escondiendo a su novio Kurt y a otros judíos. Encontró un escondite para Walter con un amigo, Arthur Ketzer. Walter permaneció en las instalaciones de la fábrica farmacéutica de Arthur Ketzer durante unos ocho meses, hasta que fue destruida por una bomba aérea. Walter realizó algunos trabajos por su cuenta para varias personas. Su formación como albañil le resultó muy útil y a menudo realizaba trabajos de reparación después de los bombardeos.
Leonie y Peter-Uri abandonaron Leipzig poco después de la detención de su madre y se reunieron con Walter en su escondite de la fábrica de Arthur Ketzer en otoño de 1943. Cuando la fábrica fue destruida a principios de 1944, Arthur propuso que Leonie se registrara como persona bombardeada bajo una identidad falsa. Como «madre alemana» con un bebé, tuvo que abandonar Berlín inmediatamente. Fue enviada a Briesenhorst, cerca de Landsberg/Warthe, donde se alojaron con la esposa de un granjero, cuyo marido e hijo estaban en Rusia, la hija de la mujer y un anciano prisionero de guerra polaco.
Walter se quedó en Berlín y luchó por sobrevivir. Logró establecer contactos con otras personas que vivían en la clandestinidad. Una de ellas era Arthur Katz. Las familias Frankenstein y Katz habían sido vecinas en Flatow. Arthur Katz conocía a Sophie Döring, cuyo marido era un oficial de la Wehrmacht estacionado en Polonia, y consiguió que Walter se alojara en su apartamento bombardeado. A cambio, Walter arregló el apartamento. Sophie Döring también compartía las raciones de comida que recibía de su marido con «sus dos ilegales», Walter y Arthur Katz.
Mientras Leonie estuvo en Briesenhorst, la pareja se mantenía en contacto mediante cartas que recogían en la oficina de correos. Sobre la época del nacimiento de su segundo hijo en otoño de 1944, Walter presenció un arresto en su oficina de correos habitual y no se atrevió a recoger su correspondencia durante varias semanas. Leonie vivió esas semanas con gran angustia.
Michael nació el 26 de septiembre de 1944. Leonie dio a luz en una clínica de Landsberg/Warthe, tras dejar a Peter-Uri al cuidado de la esposa del granjero de Briesenhorst. Por una infección Leonie tuvo que permanecer en la clínica más tiempo del previsto. No dejaba de pensar en que Peter-Uri estaba circuncidado y, por lo tanto, era claramente reconocible como niño judío. Sin embargo, la esposa del granjero nunca dijo una palabra al respecto.
Mientras tanto, Leonie no recordaba la fecha de nacimiento correcta de la conocida cristiana de Leipzig cuyo nombre había utilizado en la clínica, y en el registro civil no dejaban de preguntárselo. Cuando la situación se volvió demasiado peligrosa, Leonie decidió reunirse con Walter en Berlín a principios de noviembre de 1944.
En el apartamento de Sophie Döring no había espacio suficiente para toda la familia. Arthur Katz puso a la familia en contacto con Mary, la madama de un burdel, que les alquiló una habitación. Allí permanecieron hasta enero de 1945, cuando la casa se incendió tras un bombardeo. Fräulein Dora, una prostituta que Walter reconoció, pasó por allí. Leonie le confesó que vivían ilegalmente y Fräulein Dora les entregó las llaves de su apartamento, donde la familia permaneció hasta poco antes del final de la guerra.
A finales de abril de 1945, cuando el riesgo de que la casa fuera bombardeada se hizo demasiado alto, se refugiaron en un búnker público en Kottbusser Tor.
Liberación
El 28 de abril de 1945, los soldados soviéticos entraron en el búnker.
A Leonie y a Walter les costó algún tiempo acostumbrarse a que la situación de miedo constante por sus hijos y por ellos mismos hubiera terminado; ahora les esperaba un futuro incierto.
La vida después de la guerra
Tras un arduo viaje a Israel, donde la familia vivió durante varios años, emigraron a Suecia en 1956, país en el que Leonie y Walter pasaron juntos los siguientes 53 años de su vida. Una vez jubilados, solían viajar con frecuencia a Alemania, especialmente a Berlín, donde fomentaban la memoria del Holocausto.
Leonie falleció el 19 de mayo de 2009. Walter siguió impulsando en solitario el compromiso que ambos compartían. En 2014, recibió la Orden del Mérito de la República Federal de Alemania y, en 2017, la Orden del Mérito de Berlín. Falleció el 21 de abril de 2025 a los 100 años de edad.
En una de sus últimas entrevistas, concedida a un equipo del Parlamento Europeo en enero de 2025, volvió a insistir:
Mientras viva, y ya tengo más de cien años, lucharé y estaré dispuesto a dar mi versión de lo que ocurrió [...]. Hoy en día es muy importante conocer el pasado, cómo fue realmente, en lugar de los mitos que circulan por internet... Aquí no se trata de mitos. Esto es la vida real.
Para mí es muy importante que, cuando muera, quede este pensamiento: hay que ayudar a todas las personas que lo necesiten [...]. Todos somos humanos y todos tenemos el mismo origen.